En las últimas décadas los científicos han advertido de un fenómeno realmente preocupante: la desaparición de las abejas en el mundo.
Las abejas son una especie fundamental no solo por ser generadoras de miel, sino porque son esenciales para la continuidad de la biodiversidad y para la existencia del ser humano.
Es gracias a estas pequeñas polinizadoras (productoras de semillas y frutos) que nosotros podemos obtener la mayoría de plantas y alimentos que consumimos. Sin ellas, las poblaciones se enfrentarían a una crisis de alimentación mundial.



Por ello resulta alarmante que hoy en día las abejas sean consideradas una especie en peligro de extinción, sobretodo por el sistemático abandono de sus colmenas para huir de los efectos de la agricultura intensiva, el cambio climático y los plaguicidas.
A este fenómeno se le llama Síndrome de Colapso de Colmena.
De acuerdo con Eric Vides Borell, investigador del Colegio de la Frontera Sur en México, la desaparición de las abejas no ocurre por un solo factor, sino por “la interacción de varios de ellos” y considera que la “madre del problema proviene de la intensificación y el cambio del uso de suelo de ambientes naturales para establecer sistemas de cultivo”.



La apicultura para polinización, una práctica en la que se rentan colmenas para ayudar a los agricultores a a polinizar sus cultivos también podría ser una de las causantes del Síndrome de Colapso de Colmena.
Esta actividad forma parte de la agricultura industrial, la cual también se vale de la deforestación y la utilización de grandes extensiones de tierra para cultivar una sola especie. Esto con el fin de generar grandes producciones para el consumo.
“La homogenización del paisaje que genera una oferta dietética muy pobre para para las abejas, la exposición a plaguicidas… provocan que las abejas se vuelvan más vulnerables a algunos parásitos”, explicó Vides Borell.



Para el doctor en Ciencias en Ecología y Desarrollo Sustentable, la manera de conciliar la conservación de las abejas y la producción de alimentos sanos es a través de formas de producción agrícola de baja intensidad que implicaría dos cosas:
- Pocos o nulos usos de plaguicidas
- El cultivo en parcelas no tan extensivas rodeadas de remanentes de bosque o vegetación natural conservada.
En 2018, Estados Unidos reportó una pérdida del 40% de las abejas domesticadas, un panorama que podría repetirse en otros países si se siguen replicando los mismo modelos de agricultura industrial.